La guerra en Ucrania se dirige por un sendero peligroso, donde los países de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) continúan suministrando armas al régimen de Vólodimir Zelenski, que intenta defenderse de los ataques de las tropas de Moscú.
Por un lado, la OTAN, encabezada por Estados Unidos, alienta al régimen de Kiev para que ataque al territorio ruso, más allá de la zona ocupada tras la invasión ocurrida el 23 de febrero del 2022.
Al lanzamiento de misiles estadounidense y británicos contra su territorio, el Kremlin amenazó con atacar a países de la OTAN que suministren ayuda militar a Ucrania.
Las autoridades rusas han afirmado que no iniciarán un conflicto nuclear, a menos que “su territorio se vea amenazado por el enemigo”.
Las tropas de Moscú avanzan en todos los frentes, desde el este hacia el oeste ucraniano, y ahora su objetivo es la ciudad de Jarkov, desde donde las fuerzas ucranianas atacan la región de Belgorov, en el lado ruso.
La OTAN ha acusado a Rusia de amenazar con el uso de armas nucleares contra países que integran la alianza atlántica, principalmente contra las naciones bálticas (Letonia, Lituania y Etonia).
Las armas nucleares se dividen en tácticas y estratégicas, siendo las primeras de menor potencia atómica, mientras la segundas pueden devastar una ciudad completa.
Las fuerzas del Kremlin ocuparon el este de Ucrania en 2022, bajo el alegato de que con ello buscaban detener el avance de la OTAN en sus fronteras.
Tras el inicio de la guerra, la OTAN continuó su extensión hacia la frontera con Rusia, ya que Finlandia ingresó al bloque en 2023, en un claro desafío al gobierno de Vladimir Putin.
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